Anécdota del día – 1

Hoy me ocurrió algo que me gustaría compartir contigo, querido lector.

Estaba teniendo una conversación telefónica con una de las personas que más amo en el mundo. Este es un ser increíblemente hermoso que se ha convertido en uno de mis maestros de vida y lo reconozco como tal.

Siendo totalmente sinceros, cualquier persona con la que te cruces en la vida es un maestro en potencia si tienes la disposición de abrirte a las enseñanzas que te trae. Para permitir que esto ocurra hay que echar mano de la humildad y dejar a un lado el ego, aunque sea por un instante. No, no es fácil, el ego es una construcción que nos acompaña desde muy temprana de edad y se queda allí como si fuese el amo y señor; aún así, y entendiendo que estamos habitando este plano para absorber aprendizajes, vale la pena darle un empujoncito y abrirte a los mensajes que tiene la existencia para ti en todo momento.

Volviendo a la Historia…

Esta persona con la que estaba hablando me dijo: “eres muy insegura”.

Cuando escuché esa frase, mi primer impuso fue refutar y defenderme. Me sentí atacada o mejor, mi ego se sintió atacado.

¿Insegura yo?, pero ¿qué le pasa a este personaje que se atreve a emitir semejante afirmación, sin tener en cuenta ni siquiera el 5% de quién soy yo y de las cosas que he vivido?

Mis niveles de cortisol se elevaron, mi amígdala cerebral se activó para que mi cuerpo entrara en modo de lucha o huida. También sentí un incremento en mi temperatura corporal y mi respiración se hizo más rápida. Estaba lista para lo que tuviese que ocurrir en ese momento.

Bueno, el personaje en cuestión siguió con su discurso; te confieso que dicha afirmación estaba en enmarcada como parte de la respuesta a una pregunta que yo le hice y la respuesta podía contener una gran cantidad de información, subjetiva u objetiva, que podría o no gustarme. Claramente no medí las consecuencias de mis actos y formulé la pregunta como quien se toma un vaso de agua.

Las manos me empezaron a sudar y mi molestia iba en aumento, creo que me perdí de todo el resto de la información me que estaba siendo entregada en ese momento.

Decidí tomar aire muy profundamente para autorregular las respuestas físicas y químicas que estaba teniendo. Una vez mi cerebro se oxigenó y el personaje terminó su discurso, guardé silencio.

No reacciones Carolina, por favor. Me decía mi maestro interno.

Entonces decidí expresar, de la manera más calmada posible, lo que me estaba ocurriendo. Ahora que lo escribo me parece que fue bastante torpe, lo que dije fue: “¡Ah! No sabía que me consideraras una persona TAN insegura”.

El personaje, al otro lado del teléfono…

piloteaba la situación de una forma muy amorosa como naturalmente suele hacerlo (ojo, con algunas excepciones). Mientras tanto yo seguía respirando largo y profundo, poniendo en práctica las enseñanzas yóguicas.

Escuché, un poco lo que me decía y otro poco lo que yo misma me decía.

¿Qué me pasó? Me pasó que mi ego se sintió atacado y al sentirse así necesitaba defenderse.

inseguridad

¿Defenderse de qué?, ¿de una opinión?

Una de las preguntas clave que me surge es: ¿es necesario defenderme de lo que otra persona opina de mí?

O será que el camino más sabio sería preguntarme, ¿qué es lo que contiene esta frase que me hace reaccionar así?

Dicha conversación terminó hace pocos minutos; quédate tranquilo, querido lector, que la relación continúa en buenos términos. Durante estos minutos que han transcurrido, en los que tuve tiempo de sentarme frente a mi computador, abrir el programa y abrir la ventana de mi estudio; he tenido la oportunidad de ver más allá de la frase que escuché.

Encuentro que sí, que tengo varias inseguridades. Lo que no sabía es que fuesen tan evidentes, pero claro, el personaje en cuestión me conoce, sí que me conoce.

Entonces ahora me pregunto, ¿cuál es el problema de tener inseguridades?

Mi respuesta inmediata es: ninguno, no hay ningún problema con eso.

Todos tenemos inseguridades y asuntos por resolver, qué lindo que haya algo o alguien que te lo haga ver y te permita hacerte más consciente de todo aquello que podrías trabajar internamente.

El camino del crecimiento personal es un continuo, no sé si tenga un punto final en el que pueda decir: Listo, ya está, ya trabajé todo lo que tenía que trabajar y ahora soy totalmente imperturbable y fluyo con la vida sin sentir ningún tipo de emoción “desagradable”.

Tal vez no pasa por ahí, tal vez se trata de tener la valentía de mirarte a ti mismo y preguntarte qué es eso que habita en ti y que te gustaría, o te resultaría funcional, cambiar.

Personalmente las inseguridades no me agradan mucho. Ahora, podríamos pensar que no importa si me agradan o desagradan, sino que lo relevante resulta ser si el hecho de tener estas inseguridades abona el camino que quiero seguir o, por el contrario, lo erosiona.

Hoy no me fue revelado un secreto que llevaba oculto varios siglos, no. Lo que pasó fue, simplemente, que alguien más puso en palabras algo que yo ya sabía y esto me dio la oportunidad de hacerlo más consciente, de verlo como si estuviese fuera de mí.

Es fuerte ver este tipo de cosas, el camino de la consciencia requiere un nivel de resiliencia tal que te faculte para tomar decisiones y actuar, en lugar de dejarte caer lamentando tu mala suerte y llorando tu infortunio.

Qué maravillosa resulta la existencia cuando te permites ver más allá, cuando das la importancia que cada cosa merece, y cuando observas qué te está pasando a ti con respecto a lo que te ocurre.

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Déjame decirte algo que puede que hayas escuchado antes, nadie te está atacando. Las demás personas simplemente están allí como potenciales maestros para que puedas aprender, interiorizar y desarrollar la sabiduría que ya traes desde tu nacimiento.

Créeme, querido lector, en tu interior habita un sabio que tiene la capacidad de ver mucho más allá de lo que tú crees. Ese sabio tiene el conocimiento de quien eres y lo que necesitas para evolucionar, te ha acompañado desde siempre y, aunque no lo escuches, va a seguir acompañándote. No guarda rencores, no tiene ego, no quiere sacar provecho de ti; todo lo contrario, está allí para guiarte, para que logres ver aquello que necesitas ver. Y es tan paciente que puede esperar muchos años para que eso ocurra, así que no te preocupes por él ni por su bienestar, recuerda que es un sabio que está más allá de lo que creemos que nos ofende y nos lastima.

Hay formas de conectar con él, la meditación es una de ellas. Y es bien sabido que, al lograr conectar con dicha sabiduría, tu realidad va a ir cambiando.

Ábrete a la posibilidad de establecer una relación directa con el sabio que habita en ti, puede que haya cosas que te choquen, como la conversación que comparto contigo hoy, pero lo realmente importante está más allá de las palabras. Abre tu mente pero, sobre todo, abre tu corazón. Permítete conectar con la esencia, con tu esencia y te sorprenderá ver la cantidad de respuestas que moran allí.

Está bien si no sabes cómo hacerlo, está bien si te parece que lo que digo no está bien o sueno un poco deschavetada, está bien asumir la vida como decidas hacerlo. Solo ten presente que aquí estoy si me necesitas.

Con amor, Carolina.

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